Historia de la marca
Trascurría el año de 1948 y, tras cien años de trayectoria familiar en el arte de la destilación, Ignacio Nieto Luque y su hijo Rafael deciden por fin dotar de una identidad particular a su anís que desde los inicios había sido reconocido en el pueblo sin ninguna marca específica, sólo apelando a la identidad de sus propietarios que eran los fabricantes: “Anís de Ignacio”.
Se cuenta que fue en la rebotica, en la que un nutrido grupo de amigos, al calor de los elaborados de la casa, tras un intenso debate en el que se sugirieron no pocos nombres para la marca: que sí “anís vencedor”, que mejor …. “el cisne”, o “anís cete” y, por qué no …”aromas de serranía” …. Al tiempo, se conformó la unanimidad en torno al “anís bravío” para contento de todos los contertulios, y de nosotros porque desde entonces nos acompaña como marca, que distingue a nuestro producto de una personalidad propia y única……”anís bravío”.
De los efluvios de la reunión floreció también esta cancioncilla, que denota a las claras el nivel de la concurrencia:
“El aguardiente Bravío
lo llevaron a San Francisco*
y los frailes repicaban
como si fueran obispos”
*haciendo alusión al convento de Padres Franciscanos que corona nuestro cerro de San Cristóbal.
Más de un siglo de tradición
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2022